
Sigo las huellas de una ciudad perdida
andando tras los pasos de recios trashumantes
que dejaron sus gestos marcados en la arena.
Nada tiene futuro. Solo la piedra es eterna y permanece
más allá de cualquier rostro soñado
y más cerca de la mano que sueña acariciar un beso.
Solo tu memoria y tu perfil se salvan de mis dudas.
Sé que existes, lo sé, y te adivino clavada
como la piedra en un recodo, sobre la altura inmensa
de un sueño que se extiende en la planicie quieta y desolada.
Y con las mismas dudas y la misma insistencia
me pregunto qué será de mí cuando te encuentre.
No pasará nada Lola, yo al menos descansaré, espero.
ResponderEliminar¿Cómo va ese libro?