lunes, 13 de septiembre de 2010

ALGUNAS COSAS PERDIDAS




Suelo perder la vergüenza, la memoria, el autobús…
Perdí el tacón de un zapato bajando por la escalera;
perdí una apuesta, una muela, un premio en la lotería,
una amistad que tenía, una abuela y un botón.
Voy perdiendo las consignas, las insignias,
los estigmas y las ganas de vivir.
O las pierdo o se me olvidan.
También he perdido un pelo
que engordó como un fideo en el plato de la sopa.
Perdí un perro que tenía al que no le puse nombre;
un día pierdo las llaves, otro el rumbo y otro el norte,
la raíz del pensamiento
y el tanto de porcentaje que me dejaron los sueños.
Pierdo el tiempo, la ocasión, la cita con el dentista,
unos textos de Guevara, la colección de tebeos
y el álbum de los artistas.

Todavía ando buscando lo último que perdí.
Y como al perro, lo busco; y como a él, no lo veo.

Es un tranvía perezoso, informal, pesado y lento,
sin paradas ni estaciones, ni ambulantes vendedores
ni estafetas de correos.
Más que tren, es un fantasma que puedes tomar al paso
y que se llama Deseo…

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