sábado, 20 de noviembre de 2010

VÍSPERAS


En estos días álgidos de álgebra apurada
y cuando sin remedio los números imponen sus reglas
simétricas y estáticas,
en estos días fríos, sin condiciones previas,
tensos hasta el hastío,
tan penosos para el alma como para las piedras,
las máquinas cabalgan dirigidas por mandos insolentes
Instalados allá, en lejanos oteros a salvo de la guerra,
desde donde proclaman sin reparos una paz de bufón,
repetidor de cínicas sentencias, sainete irreverente
de cuerpos desmembrados y sangre coagulada
que duele sin remedio hasta la muerte.

No ha estallado la guerra entre las manos
de aquellos que decían que la paz era eterna.
Nos ha estallado a mí y a mis hermanos.

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