miércoles, 24 de noviembre de 2010

LAS TRISTES VENTANAS (En el parque)


Las tristes ventanas abiertas a la tarde triste,
los inocentes soliloquios de la tarde apagando rumores,
y alguna risa aislada, inofensiva, y el trino apagado de algún pájaro soso
de plumaje anodino, y una pareja que se finge enamorada,
y los raquíticos pinos sostenidos apenas por los débiles tallos
y un cielo que se pierde a la altura del suelo,
demasiado cerca de las manos…

Algunos que se internan arrogantes con paso decidido
se pierden de mi vista y en un instante mudo
han sido ya olvidados.
Los presiento en un umbral aparte, lo mismo que esos trinos
que llegan del silencio, desde el origen fantasmal de los destinos.

Desde aquí, clamando por clamar, como ese gorrión
que aspira a ruiseñor de bello canto,
me gustaría volar,
pero apenas si levanto la voz a ras de suelo
mientras mis pies arrastran un cansancio de muerte prometida.

Me gustaría ser pez, para nadar
y alga para pegarme a las orillas
y buitre para saciarme de carroña.
Pero apenas puedo ser lo que aún no soy:
Ni la nube ni el mar. Ni el burro ni la noria.


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