A veinte para las cinco, más o menos,
con un cañón de luz articulada
disparada sobre el papel que espera
blanco como la luna y frio como la madrugada
a que termine de encontrar los versos
que prometí a las dos, cuando aun soñaba aquel poema
y la noche era tan solo ese solar vacío
desprovisto de techo, de miedos y palabras…
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