sábado, 9 de junio de 2012

EL MISMO TREN, EL MISMO HOMBRE



Tomó un tren hacia la madrugada
y se perdió en una noche sin futuro.
Llevaba un sueño atado a la cintura
una tristeza que le llegaba al alma
una piedra metida en el zapato
y un horizonte negro ante la vista.

Le dio la vuelta al mundo de su calle
dobló la esquina y le ladraron perros
indigentes que olisqueaban orines
por la acera.
Durmió todo la noche en un portal
que solo olía a silencio humedecido.

Los tahúres jugaban a las cartas
en garitos de habanos humeantes
repartiéndose el mundo entre bravatas
negociando con cartillas de racionamiento
hundiendo sociedades dispuestas en el mapa
y cambiando de enemigo y trinchera.

Los secuaces se frotaban las manos satisfechos.
Los hostiles espectadores de aquel juego
seguían con interés la guerra sucia
que los gobiernos manchaban sobre el mapa
quebrado de los pueblos.

Y el hombre en su garita de silencio
contenía el aliento y tapaba su nariz con un pañuelo.

El mismo tren lo devolvió a su casa
y lo dejó a las puertas de su hambre.
Aun llevaba una piedra metida en el zapato,
un sueño sin color atado a la cintura
y un horizonte negro bajo el suelo.





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2 comentarios:

  1. Que maravilla de poema Lola, es de esos para enmarcar, ya tengo una colección importante, joyas para la posteridad.

    Besos poeta

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  2. Bellisimo poema, encantador e inspirador. Felicidades.
    Un abrazo,

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