miércoles, 20 de junio de 2012

HOY HABLÉ CON DIOS



Cuando son las doce y cuarto del mediodía
y unas nubes como cirros bajos tapan la luz del sol
y restallan silencios como estaños puestos en la lumbre
calientes y tenaces, reverberantes, rojos
como la fruta del granado florecido…

cuando son las doce y diecisiete minutos
de la tarde y no ha pasado ni el tiempo todavía
ni otra cosa que la vida disfrazada de paz
y solo unos minutos de feroz olvido
ha envejecido el tiempo
y el sonido de la flauta del que afila memorias
anda avisando que ha llegado la hora
de ponernos de acuerdo y olvidar los conflictos.

Cuando son las doce y veinte y algunos segundos
escapados sin prisa del lento minutero
arrecia el calor como el infierno estando al rojo vivo
cuando acaban de entrar los desertores
de los felices tiempos del olvido.

Y entonces apareció Él, Divino y casual
saliendo de las aguas del fétido inodoro.

Confieso haber pecado –me dijo con descuido.
(y desgrana la retahíla de sus culpas.)
-Soberbia, avaricia, gula, lujuria…-

-Perdona, Dios, disculpa, tú, sabio que hiciste la ley…-

-Yo que hice el perdón también hice el pecado.
Es lo que han hecho siempre los que os gobiernan.
Y quien hace la ley perfecciona la trampa.

Queridos hijos míos que os caéis del guindo,
que jamás os enteráis de lo que pasa…



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