martes, 2 de agosto de 2011

...DIOS MEDIANTE


Sentada en el umbral de mi lejano reino,
-desconchones de cal, cemento en carne viva,
caparazones de bichitos muertos-,
asisto imperturbable
al paso lento del tiempo que va
metiéndose entre pinos,
por el canal del doble pecho de los montes.

Es el mismo perfil, la misma historia
de la piedra que nunca se ha movido del camino,
y el sol sigue eligiendo
el mismo escondite cada noche.

Yo al igual que mis vecinos,
súbditos de este reino silencioso,
somos mudables, farsantes, altaneros,
llevamos sobre el cuero grabada una estría
por cada herida que hemos causado al mundo.
Hacemos guerras, rompemos la armonía
de todo lo humano y lo divino.
Mentimos, trampeamos,
conscientes, sobrehumanos, como dioses
de barro consentidos.

Dios dirá y dios dará o quitará, aceptamos el mal,
que otros lo pasan peor
y nunca dicen nada, parece que pensamos.

Desde el umbral de mi lejano reino
quisiera remediar tanto desastre,
pero me quedo así, viendo morir el día
y esperando algo mejor para mañana
dios mediante.


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