miércoles, 17 de agosto de 2011

DESEANDO VOLVER


Deseando volver desde que estoy fuera,
diluirme en el tiempo, regresar a los vicios cotidianos
de mirar el correo en internet, saludar a los amigos
tan lejanos con la perversidad de los desconocidos,
asombrarme cada día al ver cuántas visitas
hacen los más curiosos a mi espacio vital ciberespacio.

Deseando volver, pero sin el deseo físico
de apretarle el corazón a los deseos,
de anudarle al sueño la garganta
y comerme con ansia la carne roja de tu cuerpo.

Deseando volver pero sin forma ni espíritu
ni ingravidez ni tiempo.
Tan solo por seguirle el juego a la rutina,
comprar el pan donde venden Conchita y Catalina,
los huevos al tranquilo y sonriente pastelero,
la prensa en José Luis, apacible kiosquero,
porque todas las portadas son buenas para él,
rellenar un hueco con alguna vecina
y vivir, lo que se dice vivir, saboreando la paz
y los silencios y sufrir los cabreos por el telediario,
(porque la vida vive más allá de mis ritmos cardiacos,
de mi rutina y de la fingida soledad que distribuyo
con medimiento y dosis de orfandad
entre las cuatro paredes de mis cuartos vacíos)
y sentarme más tarde a escribir obras maestras.
Es decir, extraños versos con ínfulas de llamarse poesías.

Deseando volver nada más irme
como la enamorada que no sabe vivir
sin el calor de su amor enamorado,
que ha aprendido a vivir sin el calor de mi amor,
sin mi rutina, mis silencios, mi contacto y mis versos.


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