lunes, 6 de diciembre de 2010

POEMA A LA SAL


¿Quién iba a suponer que de la mar saliera…?
Yo nunca me imagino, y yo quisiera
saber cómo se llegan a tener ciertos atinos,
descubrirle a la vida sus fórmulas secretas
y estar cuando el aceite manó de los olivos
y ser antepasado y descubrir el fuego,
asistir cada mañana al milagro eterno de la sal
con la marea en la piel y en la mirada
y en los caminos de la vid juntarse con los dioses
para beber aquello que alguien, nunca se sabe quién,
-casualidad tuvo que ser o desatino-, exprimiera un racimo
como si fuese un corazón
y que en lugar de sangre se derramara el vino.
Quién iba a suponer que así, de esa manera
en que la vida convierte en rutina su ritual de conversiones mágicas,
la sal saliera de la mar, la mar salada,
para justificar la gloria que al bautizo le otorga la cristiandad,
para hacerle un emblema con formas de mujer a la venialidad
de los curiosos, para salar a gusto mis ensaladas!


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