martes, 28 de junio de 2011

TODO ES MAR, TODO ES MAR


Todo es mar, todo es mar…
Alrededor de mí es el mar lo que me aísla,
lo que se queda dormido sobre mis hombros
cantándome una nana salada y amarilla

El mar, la mar…

El mar. Un mar.
Un resumido mar de arena,
Un mar de confusión,
un mar de espanto,
de dudas,
de silencios,
de soledad,
de amor…
Un mar de llanto,
de helados,
de cuerpos de carbón.

El mar…
Un mar.
Un mar es un mundo,
es una playa,
un océano,
una invención de dios,
un gran charco de aguas
mansas o violentas…
un gran embaucador,
un atento y misterioso proxeneta.

Tú eres mi mar mayor,
el que contiene mi pequeño continente,
el que disuelve mis dudas en un vaso de agua
como un mortal brebaje y se la bebe,
el que me canta una canción de mar
y me entretiene
por la blanda arena que lleva al mar
con Alfonsina de la mano en la memoria.

Al mar… a por el mar,
a navegar por un mar que no tiene nombre
ni sitio en los mapas, ni rumbo ni norte
ni orienta los sentidos.
Al mar de mis destinos olvidados,
de mis cuentos de hadas malvadas e insolentes,
de mis piratas buenos,
de mis lobos asustados y sin dientes.

Vamos al mar,
Al mar, que es una playa,
una choza con techo de cañas renegridas
que expele un fuerte olor a mar asado,
un vendedor de baratijas muy baratas,
una sombrilla a rayas
y una hamaca en la que duerme
el gran sueño del mar.

Es una concha que se me escapa siempre
cuando la ola precavida retrocede
y lo devuelve todo sin señalar destino autorizado.

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