lunes, 13 de junio de 2011

INDIGNADOS


La juventud tomó la calle, las riendas, se hizo cargo de todo.
El núcleo fue tomando formas, se dispersó desde el centro
extendiendo sus raíces por la tierra entre los adoquines,
se hizo global y fue adquiriendo tonos, haciéndose perfecta.

La masa compactó sin hacerse preguntas, creó una superficie
de mentes compleja, arrolladora, y fueron sin calibrar respuestas,
sin pedirle las cuentas al cielo ni a la tierra, planteando las voces
como firmes propuestas. Cada latido que surgía del coro

era un vozarrón clavado en la tormenta. En la memoria quedan
los golpes recibidos, y en las manos clavadas, la esperanza
por el futuro nuevo que salió de cada grito que se lanzó en la plaza,
de cada corazón, de cada gesto. Ahora los sueños van

pisándole los pies a otros caminos, dibujando con una sola voz
tantas palabras, perfilando el movimiento pendular
por los cuatro puntos cardinales de la marea humana:
Atrevimiento, decisión, coraje, ausencia de complejo,

arrogancia y una mirada altiva para decir que ya está bien,
que queremos una democracia real, que sus señorías
no nos representan, que la página que comenzamos a escribir un día
quince de mayo aun no se ha terminado de escribir.

La juventud tomó la calle, pero no estuvieron solos.
Junto a ellos crecieron otros tallos, se hicieron jóvenes los viejos,
se cantaron canciones de futuro por quienes no creían
que les quedase voz para seguir cantando.

Indignados de nuevo, doloridos, pero activos, cantando,
andando para seguir haciendo camino y caminar junto a ellos
que saben lo que están haciendo y reclamando.


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