martes, 13 de septiembre de 2011

ARREGLANDO EL MUNDO



Yo soñaba…
Me acostumbré a soñar desde pequeña
escondiéndome huraña de crudas realidades
que estaban llamando siempre a nuestra puerta,
y huía de la sucia verdad y de lo malo de forma muy ligera.
Lo hacía sin decoro, con descaro, todos los días y continuamente,
como si viviese en un mundo imaginario tan real como este.

Y en mi mundo de atrás, solucionaba este mundo en un despliegue
infantil de fantasía y la tierra era un estadio de paz infranqueable
para las torpes aspiraciones de la guerra.
Todos los hombres y mujeres, los niños y los viejos
desconocían el miedo a todos los futuros desastres posibles y virtuales.
Los tiranos estaban anulados por decreto
y el hambre, la enfermedad y el abandono eran piezas abolidas de un plumazo.
Ni una sola duda tenía influencia para anular la paz por un segundo.

Más tarde, con la edad, los sueños y los años fueron en simetría
y me sentaba en la silla mecedora a la hora de la siesta, amodorrada,
y le arreglaba la vida a los vecinos y le deba soluciones al gobierno
y creaba cien puestos de trabajo antes de que mis ojos se cerraran.
Después, cuando todo estaba encarrilado, me dormía.


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