martes, 19 de abril de 2011

TIEMPO


Noto cómo se hace piedra en la garganta
la obstinación del tiempo
en demostrar mi edad cada mañana,
diseñarme los moldes de mi estatua de sal,
enseñar desaliñadas luces reflectoras del agua
que destiñe el color en los espejos.

Siento mis manos torpes arrugadas
vacilantes ante el brochazo de luz
que ha de darle color a las mejillas
y quisiera empujar los latidos del reloj
por cualquier acantilado sin futuro.

No hace daño soñar.
Lo que lastima fuerte es la propia vida
que se mantiene ajena a la mañana
y solo percibe la presencia extraña
del sueño que se quedó clavado en la pupila.




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