miércoles, 6 de abril de 2011

FUEGO


Conozco esa tos que no desaparece
ni con agua,
ese sucio y constante carraspeo
detrás del sueño borroso de una noche
quemada entre rastrojos.
Conozco esas arcadas, la resaca,
esos lívidos ojos
y esa sensación de estar muriendo
entre fatiga y miedo
y el frío intenso de estar pisando escarcha.

Conozco ese dolor íntimo y sincero
y el arrepentimiento y el propósito de enmienda
que nace a la primera voz de un reducido miedo,
y la provocación y la vuelta a caer en el olvido,
la represalia del cuerpo que se toma la justicia
por sus huevos y no hay quien le reclame
ni le rechiste nada.
Depende para qué no existe la obediencia.

Conozco la actitud, el reto cuando dices
convencido que a ti eso no te engancha,
y sé del miedo de no salir airoso
y el desafío ante la última bravata
porque "aun me cabe” en la boca,
en la cabeza y entre pecho y espalda.

Se de la virulencia del deseo,
de la acritud del ansia
y del desasosiego en la carencia.

Sé lo que es depender del fuego como si fuese vida
cuando te quema el fuego como si fuese seda
y te consume el fuego como si fuese amor
que se apaga con fuego que no desaparece con el agua.

Se lo que es vivir siempre en precario
cuando morir despacio taponando la herida
es simplemente el primer acto que te organiza el día.
Y sé cuando después de allí todo es ir acabando.



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