
La casa se me cae
sobre el techo acristalado de las gafas
las paredes se inclinan
como borrachos torpes sin saber a qué asirse
los marcos torcidos
de puertas y ventanas mueren a la luz de la tragedia
los muebles han perdido
el barniz, la gloria industrial de la madera cara
en el jardín
no quedan setos geranios ni tristezas. No queda nada.
Me siento en el umbral
por ver si los cimientos se hunden definitivamente
en los inviernos crudos que olvidan los veranos
cuando nadie sabía que existieran.
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