La niña tenía los ojos claros y la mirada triste.
Tenía una camiseta llena de agujeros
y las uñas sucias
y mordía sin ganas un pan negro
con agujeros negros
y con corteza negra
La niña tenía un rastro de lágrimas perdidas
de todas sus miradas,
una costra de tierra y de fatiga
clavada en los perfiles de sus ojos
Tenía una mirada de niña lejana y asustada
Tenía en la mirada la fiera ternura de un reproche
La niña tan pequeña, tan vieja en su niñez
tenía una mirada de mujer muy cansada
y solo sabe jugar al escondite
entre estallidos de guerra
y gritos de desastres
y lloros y miseria.
La niña de los ojos tristes
tiene derecho a mirarnos como quiera.
Triste realidad que va mas allá de tu poema.
ResponderEliminarBesos