miércoles, 16 de mayo de 2012

SI LA CARA ES EL ESPEJO DEL ALMA, NO ME GUSTARÍA SER SU OMBLIGO


Usted podría ser un empleado
de aquellos de manguitos remangados
tenaz e impertinente, rastrero, incauto,
infantil e iluso para el jefe,
y descarado, acusica, odioso y mal hablado
para los compañeros del bufete.

Usted podría ser un ratoncito cándido y humilde
asomando su sonrisa de hiena candorosa
por algún agujero maloliente,
pero de ser necio, bobalicón y simple
a pasado usted a ser ministro.
Y no me salen las cuentas,
porque además el necio hace doblete.

Bien mirado le cuadra su trabajo, pues
nunca podría ser un actor porno
ni empleado del mes en Mercadona
ni traficante de sueños en mis noches,
ni quien dirige aterrizajes en Castellón, spain,
ni quien mastica chicles y hace pompas
que le estallan sin pudor en la vergüenza propia.

¿Qué pájaro es quien no lleva a su banda
hacia poniente, quien no vuela,
quien solo vive mientras destruye nidos,
quien se divierte con el dolor ajeno
riendo mientras muerde, como las hienas?

Y porque cada vez que aparece
su cara en la pantalla,
me pregunto
de qué se ríe usted señor ministro.

Cuéntemelo para que yo también me carcajee.



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1 comentario:

  1. Fray Cristóbal, le digo yo, como esos enjutos frailecillos de Castilla (él es burgalés) que todo el día pedían amenazando con los más terribles castigos a quienes no soltaran la limosna. Esa voz, ese gesto, esa sonrisilla...

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