de la palabra que busco sin hallarla.
Y en los sarmientos secos anidan gorriones
mientras duermen el sosiego de la indiferencia.
Ningún orden carnal mantiene el equilibrio
sobre la parsimonia de la voz caduca.
Hay que echar a volar hacia la calma
inyectar los motores que anulan la indolencia.
Ya pulso los resortes
sin recibir respuesta a mi demanda.
El silencio es testigo
y el ciego es quien me guía .
Los signos no se mueven
la palabra es duda y titubea
los gorriones duermen en la rama
la tarde se sienta sobre un pino
y todos esperan para ver lo que sucede.
Mientras
no se mueve ni un trino
no vuela la palabra con la brisa.
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Maria, querida, siempre tan inspirada que inspiras. Bello poema. Un abrazo.
ResponderEliminarEl tiempo mudo e impasible devorando la palabra.
ResponderEliminarBesos
Gracias, Anabel.
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