Como si regara flores en su casa
canturreando, sin duda satisfecha
por lo hermoso que amanece el día
con su lengua de sal besa la espuma,
contonea la orilla sobre una siesta
eterna de vaivenes,
retrocede cantando suavecito
un adiós sin nostalgia,
vuelve y ya es otra,
mas, parecidas todas, las confundo.
Mi ola, la que arrojé al mar
envuelta
en el cristal de una botella…
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Como una ola de serenidad
ResponderEliminarllega este poema
a mi despertar.
Besos y versos
Bello, Maria, como siempre ejemplar tus versos.
ResponderEliminarUn abrazo,