En el paraíso se han borrado
las huellas de los primeros
pasos de los seres
que habitaron la tierra.
Y en su silencio solo quedan
fósiles marcados de una piel
lastimada
dibujada en la piedra
eterna e imborrable.
De la primera mujer herida
quedan las huellas
de su primera muerte
y su primer fracaso.
De su primera rebeldía
quedan las huellas
de su primera tentativa de andar sola
de su primera libertad
quedan las huellas.
Y del primer asesino no queda nada.
De los primeros barros no queda nada
ni queda nada de los espejos
donde debía reflejarse su mirada.
De la primera vez no queda nada.
Ni Paraíso ni Edén,
ni el primitivo desdén de una manzana
ni el sentimiento de desobedecer
las órdenes de un dios oculto tras la rabia.
Solo queda un perfil difuso de mujer
que sigue perfeccionando su dibujo
en las paredes quebradas de la historia.
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las huellas de los primeros
pasos de los seres
que habitaron la tierra.
Y en su silencio solo quedan
fósiles marcados de una piel
lastimada
dibujada en la piedra
eterna e imborrable.
De la primera mujer herida
quedan las huellas
de su primera muerte
y su primer fracaso.
De su primera rebeldía
quedan las huellas
de su primera tentativa de andar sola
de su primera libertad
quedan las huellas.
Y del primer asesino no queda nada.
De los primeros barros no queda nada
ni queda nada de los espejos
donde debía reflejarse su mirada.
De la primera vez no queda nada.
Ni Paraíso ni Edén,
ni el primitivo desdén de una manzana
ni el sentimiento de desobedecer
las órdenes de un dios oculto tras la rabia.
Solo queda un perfil difuso de mujer
que sigue perfeccionando su dibujo
en las paredes quebradas de la historia.
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El paraiso en la Tierra, tal como nos lo enseñaron, no existe.
ResponderEliminarBesos