Tierra con un pasado inglés
y otro fenicio,
y otros muchos pasados sin historia,
y una gente que vive
como de espalda a todo
recostada en la falda del presente
y mirando a la vida
con apacible enfado.
Tierra de tiempos lentos,
de preguntas repetidas
sin respuestas,
de tirachinas, nidos, gurumelos,
interminables caminos blancos por el cielo
por donde desde pequeña me escapaba
volando a ras de suelo,
vuelo siempre cercano, intermitente
-por si la distancia era ese olvido
que decía la gente que entendía
de olvidos y miserias-.
(Así se me dio siempre la misma paradoja:
Tan Tierra de la tierra
y tan Humo en el aire,
tan lejos y tan cerca,
nunca supe quedarme en parte alguna).
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