martes, 14 de febrero de 2012
TODO BIEN EN EL PARAÍSO
Todo iba bien en el paraíso
hasta que comenzaron las prohibiciones,
las obligaciones, y vinieron los hijos, el trabajo y los celos.
Eva y Adán se divertían apurando el tiempo
pues siempre les faltaba algo por hacer o descubrir,
aunque el día era largo y la noche interminable, inmensa.
Dormían y comían y se amaban bajo la mirada
descuidada del señor de la tierra que andaba en sus asuntos,
creando los estados y los estatutos.
Y un día el dios que los cuidaba les dijo: “Casaos”.
Y se hicieron dos anillos de liana, se los entregaron,
y se dieron dos besos y se invitaron a comer una manzana.
Y tuvieron dos engendros. Abel, el niño taimado y embustero,
y Caín. Trabajador, arrogante, atrevido y mujeriego,
y el primer traficante de la historia.
Después llegaron los líos, reproches, desconfianzas,
y como aun no existían las propiedades ni los parentescos,
todo era del que lo veía primero.
Hubo que poner orden. Dios reclamó respeto y puso condiciones,
inventó las paredes, las tapias y los techos y creó a los sacerdotes
que inventaron las leyes, la confusión y el miedo.
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Y así sigue el mundo
ResponderEliminarCon Adanes y Evas
Y engendros varios.
Me ha encantado
Beso¡
muaaaaaac, ¿cómo se besarían nuestros ancestros?
EliminarCon un comienzo como ese, no me extraña que todo vaya como va.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, es muy original.
Besos