lunes, 27 de septiembre de 2010
SOLEDAD (LA)
Alguna vez la he visto pasar cerca de mí, la he mirado
con cierta antipatía, con recelos de sordo o de vejez,
y ella a su vez me ha retratado con un desdén altivo
o ha sido descarada sin más y sin ningún motivo se mostró
atractiva, quizás con pretensiones de quedarse a mi lado.
A veces he pensado que quería atraerme,
y otras, sin embargo, pensé que me rehuía.
Y me han obsesionado algunos de sus rasgos tan marcados
y muchos de sus gestos distraídos
y su acento, si alguna vez la oí cuando pasaba cerca,
y algunos de sus pasos tan mal encaminados.
No sabía quién era o que buscaba
pero lo cierto es que yo la conocía desde siempre,
que estuvo junto a mí mostrando desparpajo,
que se puso a mi altura y que pasó rozándose a mi lado.
Y siempre me intrigaron su aparente desdén o su osadía,
y pocas veces, nunca, le puse a su presencia algún reparo.
Y sin saber de qué la conocía,
sin conocer su nombre ni su estado ni de dónde venía
la acepté junto a mí como a mi sombra, se me pegó a la piel.
No la esquivé. Entré en su juego
y me dejé llevar sin oponer porfía.
Hoy ya la tengo aquí, viviendo junto a mí.
Definitivamente, se ha instalado.
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Gracias por tus poemas, los siento tan míos...
ResponderEliminarLos que venimos con ella de serie, quizás lo que más nos duele es que haya alguien al lado.