jueves, 23 de junio de 2011
NUNCA QUISE SER PERFECTA
Se puede ser mejor,
pero nunca quise ser perfecta.
Quise ser la mejor
y ser la niña más bonita de la fiesta
para ser el centro de atención
de todo el mundo mío.
Y quería ser la más rápida,
la de mejor puntuación en el colegio,
la que saltaba la valla más alta,
la que tenía mejor educación.
No debía ser la que mejor saltaba a la piola
ni subía al árbol a por nidos
ni quien mejor jugaba a la pelota.
Pero eso lo hacía sin pararme a mirar
las consecuencias.
Una vez tuve el novio mejor
de todos los novios embusteros,
pero afortunadamente me cambió
por otra mejor que se creía sus trolas
y se bebía sus besos.
Quise ser la mejor de las madres,
la hija más perfecta, la esposa novia amante
que sueñan los maridos y las suegras.
Pero siempre fui vulgar y del montón,
una más en el lastre
que soporta cualquiera que viaja
en este medio del mundo por la vida.
Pude ser, pero nunca fui
aquello que alguien pretendía.
Pero no me fue tan mal, ahora que pienso.
Me pregunto qué habría sido de mí
de haber sido ejemplar.
Qué precio habría tenido que pagar
si aun siendo la del medio,
la siempre irregular,
la que nunca está segura
de cuál es su lugar
he llegado hasta aquí,
y veo mi familia aplaudir desde el palco
mientras yo recito nerviosa y colorada
los versos clandestinos de escritora novata.
Eso sí quise ser. Por fin algo que quise ser
lo he conseguido. Ya voy siendo poeta.
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