lunes, 20 de junio de 2011
EL DUEÑO DE LAS LLAVES
Solía guardar todas las llaves en el mismo llavero.
Las conocía todas, las usaba, no vacilaba nunca,
presumía de ello.
Con las mismas que abría cerraba el compartimento
de su vida, su rutina, sus sales minerales, sus ungüentos,
sus cajones, sus insultos, sus besos, sus venenos…
Todo cabía allí, en aquél llavero.
Allí a veces gritaba, otras veces pegaba,
insultaba, daba un portazo, y se iba. Volvía como nuevo.
Después de enviudar ya no supo qué hacer con tantas llaves
desordenadas en su enorme y despilfarrada vida
y sin saber con qué llave abrir cada mañana
su silenciosa casa de viudo.
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