Es como el tajo vertical de un acantilado,
como la roca dura
en el que se quebrarán todas las huellas.
Ladridos intercalados armados
con cemento y con gravilla,
una masa de gres que impide el movimiento.
Es mi cerebro cerrado a cal y canto.
Ocupación completa,
prensado el aire,
la compresión total de la cabeza.
No pueden circular los pensamientos
no puede germinar la poesía
mueren privados de aire los conceptos.
No pasará la luz tampoco.
No queda ni un resquicio, una abertura
por donde pueda filtrarse el filo de una duda
o el vago resquemor de estar amando.
Todo lo eché hacia fuera.
Ahora toca vivir con todos los afectos
en busca de ternura
como quien busca agua en el desierto
y mantener el corazón a prueba de ladrones
bien cerrado
con trabas, pasadores, cerraduras…
<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>
Muy hermoso, paisana.
ResponderEliminarEstoy encantada de haberte encontrado con tanta belleza natural en el verso y una inteligencia emocional envidiable que es lo único realmente perverso de tu obra.
ResponderEliminarVoy a volver a menudo, con toda seguridad.
Un abrazo, María.