sábado, 24 de septiembre de 2011
TU OLOR
Hueles a yerbabuena en las mañanas
cuando el rocío regó la primavera
con el agua bendecida por la noche,
y hueles a suspiro de paz,
a la primera hornada del pan de cada día,
y hueles a la tierra después de que la lluvia
la penetrara suave, feliz y agradecida
esa primera vez, luego del tórrido verano.
Hueles a la ropa lavada que mi madre tendía
sobre la hierba de las orillas
verdes del regajo,
y hueles al amor que me despiertas,
a ese olor que despide mi amor enamorado.
Hueles a noche con estrellas,
a impaciencia,
a dolor que está a la espera del milagro,
a esencia de la sal y a mar en calma.
Y yo huelo a ti después de estar contigo
suplicando tu olor, bebiéndome tu olor,
lamiendo de tu piel tu olor, como un mendigo.
Así me hablabas tú alguna vez.
Hubo un tiempo feliz en que yo era el olor,
todo el aroma del mundo,
y tú, todo y solo el olfato.
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