Me miré en los pequeños mares de tu cara
y anduve por ellos como dios estuvo por las aguas,
y sacié mi sed y serené tu ansia.
Y me bebí tus mares a sorbos muy pequeños.
Eso no lo hizo dios.
Es la ventaja de ser mortal
para poder amar a corazón abierto
aunque haya que morir después de cada beso.
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