jueves, 14 de abril de 2011

LA CÁPSULA DEL TIEMPO


Metimos en la cápsula del tiempo
la obstinación del dictador, la mano del verdugo,
las tablas de la ley, un exabrupto,
los colores del agua en botijos de barro,
el mando del televisor y el aparato entero
los zapatos de tacón que hacía que me dolieran
los sueños en alguna lejana madrugada,
el misal de tapas negras y letras amarillas
y la sed del Jesucristo clavado en el madero.

La cueva de un dragón en miniatura,
un circo sin payasos y sin fieras,
la cabalgata de los reyes magos del setenta
y un cielo que se quedaba dormido en primavera.
Aquél belén humano irrepetible,
un teatro itinerante con carros y maletas,
la luz de alguna tarde, el color de un verano,
una mirada tomada al vuelo de un leve pestañeo,
irrepetible también, creo que soñada…

Cuando todo esté dentro agitamos la cápsula del tiempo,
lo revolvemos todo y la enterramos a mucha profundidad
para que pasado un tiempo,
después de mucho estar pudriéndose en la tierra,
cuando el mundo se haya por fin defenestrado,
cuando alguien curioso baje de otro planeta,
descubra la cápsula cargada de objetos inservibles
y piense que llegó a un mundo imaginario…



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