viernes, 15 de abril de 2011
DESDE LA OREJA AL RABO
A veces elaboramos la vida sin la materia prima,
utilizamos ingredientes caducados
y la vida se derrama por los bordes rebosando
de mal elaborada, se desinflada
y termina sin formas definidas,
y resulta anodina de sabor, desagradable al tacto.
No sabemos leer los manuales de cocina.
Racaneamos el calor del horno,
ponemos sucedáneo en el mortero,
ahorramos en especies, aliños, condimentos,
y en conjunto, la vida que guisamos
está a medio adobar, insustancial, vacía,
y lo servimos toda cruda o lo quemamos.
Los libros de cocina nos lo dicen muy claro:
Dosis justas de material y tiempo necesario,
amor en la mirada y en las manos
y todo bien envuelto con hechizo con magia y con encanto.
El fuego alto hasta que rompa a hervir el paroxismo
y una vez sofocado el arrebato,
extinción de la llama hasta el punto mediano
para que todo se vaya haciendo a fuego lento.
Manteniendo la llama en su justa medida
ni el soufflé se desinfla
ni las chispas del fuego nos quemaran las manos.
Y ¡Voilá! Bon apetit,
que la vida te sepa a la gloria, que disfrutes de ella
como de un buen manjar, desde la oreja al rabo.
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