domingo, 10 de abril de 2011
HAY DE TODO EN MADRID
Hay gente en la calle que habla alto,
que esconde detrás de las palabras
el miedo a la soledad más vieja y arrugada,
algunos van de prisa y otros se deslizan como gusanos torpes
ocultos tras las gafas de aumento de no ver nada,
y otros visten elegantes ropas caras de pobres sin recursos
y algunos desahuciados se visten de desecho
mostrando la ruina de sus laceraciones
para morder la conciencia del honesto estafador
y hacer que suenen monedas en la lata de latón
que está sola en el suelo.
Pasan ciclistas usurpando el lugar del peatón
y uno que no mira donde pisa
y alguno que sonríe oyendo distraído hablar su propia voz
y a veces se contesta y se da la razón como un idiota,
y hay gente que simplemente mira cómo otros
marcan un paso ausente y olvidan sus recados
y se echan a un lado para tropezar con las plumas del indio,
o con los que van dormidos al trabajo
y desnutridos de vida bostezan ruidosos calle abajo.
Resumiendo, hay de todo en Madrid:
fuentes, estatuas, parques y mendigos,
gente rica, honrados y estafadores,
pillos mediocres, trasnochados fantoches,
malos y buenos, transeúntes de ahora, del pasado,
fantasmas que surgen después de anochecido,
pisos altos, rascacielos, casas bajas, pareados,
hambre, miedo, ruido, silencio, soledad, olvido…
Hay de todo en Madrid.
Y un cortejo de zombis casi humanos
me ignora alucinado cuando salgo del metro.
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