jueves, 24 de marzo de 2011
UNA DEL COLEGIO
Mi primer libro lo gané en un certamen del colegio,
examen de doctrina cristiana y catequista.
Era un misal de tapas negras y letras doradas
que me dejó cara de palo y descontenta
porque yo esperaba un libro de cuentos, -claro está-
aunque hubiese sido de Blancanieves y su madrastra.
La pregunta a contestar era sencilla.
Jesucristo antes de morir crucificado en la cruz
pronunció dos palabras claras y dolidas.
“¿Qué palabras pronunció, Lolita,
dime, qué palabras pronunció”?
Silencio, boca de esparto, serrín en la cabeza,
alta temperatura,
color de bermellón en las mejillas,
temor a errar en la respuesta única y sencilla
que me daría el pase a la final.
-¡Dadme agua!-
“¡Bravo, Lolita! Estamos en la gran final de la comarca.
De momento quédate con el misal.”
Las cosas son así desde principio a fin, eternamente.
A Jesús le dieron hiel para callar su queja.
A mi un misal porque dije que tenía estopa en la garganta.
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Para Ana de Toledo,
en recuerdo de doña Manolita. (Fue textual)
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