lunes, 1 de noviembre de 2010

OFERTORIO


Sin darme cuenta confeccioné el altar donde purificarme para dormir
mientras moría la tarde. (Quizás fuese al revés)

Espumas, sales, agua templada, dos velas perfumadas,
toallas de rizo inglés, colores matizados, tacto suave,
blues en la sala, luz tamizada, un lejano rencor
ahogándose en una copa alta
servida sin usura de un vino como sangre,
un delicado ambiente entre dulce y tristón…
Cigarrillos…no, definitivamente cigarrillos no. Provocan cáncer.

No había reconocido ese momento pero podría ser aquel...
Sería tan fácil…


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1 comentario:

  1. Bueno Lola, un amigo mío decía que cada uno se mata como puede.
    Yo con todo eso necesito un cigarrillo, sobre todo para soportar un rencor no tan lejano.

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