miércoles, 17 de noviembre de 2010
DOLORES COMPARTIDOS
Será la tarde aquélla, su recuerdo,
lo que me lleva sin más a reencontrarte
dejándome tocado el sentimiento.
(Inmensamente triste forzabas la sonrisa
-como pidiendo disculpas por la pena-
mientras el llanto infiel te traicionaba.
Tus lágrimas, y tu azorada prisa,
tu dolor al descubrir un dolor nuevo,
me pusieron de pronto tras la pista
de mi mismo dolor, ya viejo compañero.
Al final no conocí tu pena, y me dolió.
Luego pensé, mejor así, incluso lo prefiero,
porque los que tenemos arañado el corazón
no somos nunca muy buenos consejeros.
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