sábado, 27 de noviembre de 2010
LOS RUIDOS DEL SILENCIO
Cuando no hay otros ruidos que los del silencio, todo cruje en la vieja casa.
Parece que los muebles se quejaran y rompieran
con la debilidad de una tos de viejo
con los pulmones como piñones y negros de nicotina.
Y las paredes estallan,
se agrietan doloridas de soportar la misma silueta,
erguida y destartalada.
Cuando no hay otros ruidos que los del silencio
solo los fantasmas se atreven a hacerme compañía.
Ellos son los que provocan que el silencio se rompa
con los débiles quejidos de los viejos enseres
en la destartalada mansión que me habita.
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