lunes, 7 de mayo de 2012
LA TIERRA PROMETIDA (de "Los valles amenos")
Hoy quisiera sentirte tan cercana, tanto
que sólo al extender los brazos mis dedos te tocaran
(como si solo al desear todo fuese posible)
y acariciar tus blancas manos de mimbre descarnadas
de dedos como garfios,
que antes tan solo fueron de carne enamorada.
Hoy quisiera verte de nuevo aquí sentada
como tantas otras veces hablando con la abuela,
riendo con tu risa merecida, sonora y bien ganada,
después de una de tantas magistrales lecciones de utopías
que hacían del hipérbole producto de uso cotidiano,
necesarios siempre para seguir con vida en la autovía
de un solo carril y de una sola suerte
sin otra alternativa hacia la nada.
Pero la sobria faz de uno de aquéllos dioses retratados
en gruesos pergaminos que eran para tu fe refugio y laberinto
se crispó sin motivos, y sin causa ninguna te arrebató de aquí
para ser de la tierra que tanto habías querido…
Algunos con pudor y otros con desatino
(como sucede siempre en las tragedias)
queríamos ser parte de tu muerte y hacer a tu lado ese viaje
al que se acude siempre sin rumbo conocido,
estar en tu lugar, seguirte en tu destino
desnudos y ligeros de equipaje.
Queríamos sentirnos parte de ese corazón
tan grande y desgarrado,
montado y recosido a voluntad de nervios y coraje.
Mas yo quise quedarme con tu imagen más fiel,
la que se agarra como hiedra a la pared
y se queda grabada al sentimiento sin óleos ni acuarelas,
sin fotos ni retratos posando en el recuerdo.
Sólo Tú, habitando un espacio en el Edén,
explicándole a María la receta de un pastel digno de dioses,
contándole un cuento (uno más) a San Gabriel,
y explicándome cómo se llega bien, después del sueño,
hasta la tierra que me tienes prometida.
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Como siempre Maria, traes tus palabras al borde de la dicha. Hermoso poema.
ResponderEliminarUn abrazo,
muchas gracias por tus palabras, Noris
ResponderEliminarCon este poema me has hecho llorar... aunque estos últimos días tengo las lágrimas muy a flor de piel.. la alegría y mis ganas de comerme el mundo se han encerrado bajo siete llaves en el armario, y no hay manera de que salgan a la luz.
ResponderEliminarPero hoy he podido sentarme a leerte tranquilamente,(Guillermo está en su cole, Ricardo duerme plácidamente, y mi hija se recupera poco a poco)..y este poema me ha transportado a una época maravilosa de mi vida, cuando mi madre irradiaba luz, y me la transmitía, y yo brillaba gracias a ella. Ahora la pobre está un poquito apagada tiene tantos males encima de su cuerpo, que casi no le queda piel que no haya sido lastimada.
Gracias Lola por escribir cosas tan maravillosas... te quiero mucho
Un besito