viernes, 18 de mayo de 2012
ÉRAMOS
Éramos sal sobre la herida abierta
y fuimos bálsamo aplicado a la herida.
Éramos grito, luego silencio, luego nada.
La llaga, el huracán, la maldición, lo vivo.
Éramos la apatía, el fulgor, la actividad,
la olvidada presencia de la vida.
Lo éramos todo mientras crecía la hierba
y se extendía la soledad por todos los rincones.
Éramos la resaca de los mejores días
y el apagón mortal con la marea baja
cuando las olas venían a morir a la playa
dejándose caer sobre la arena muerta.
Éramos la muerte empobrecida.
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Estremecedor y bello, muy bello.
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