Las palabras conocen el acantilado desde el que las lanzas
escupiendo entre saliva y tabaco corrompido
el don más estimado por el hombre.
Pero una boca no puede ser el arma
que pueda darle muerte a la palabra.
La boca, tu boca, mi boca simplemente sabe decir palabras
y besarte, esperar a tus besos, responderte con besos
y palabras.
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