viernes, 19 de agosto de 2011

SOLEDAD


El mar se hizo silencio.
O todo el silencio fue todo el mar
por un largo momento.

Ni olas ni brisas ni pájaros
existieron en un instante inaudito,
intensamente extraño.
Caducaron los renglones del tiempo
y todo quedó expuesto en la figura
estática captada por un ojo sin memoria,
sin resortes para la luz, y analfabeto.
No existió nada, como un agujero negro
que se tragó el sonido, la luz y el sortilegio
y todo carecía de tacto y de presencia.

No había nadie.
El mundo tenía voces de silencios opacos
y todo estaba detenido o muerto
o no había existido nunca.

Sola en el ancho mar,
junto a la orilla,
la ola lamiéndome los pies enamorados,
dejándose llevar,
hundiéndose por fin
hasta el silencio total,
hasta el olvido.
Arena adentro,
por la esquina mortal del mar sin altitud,
huérfano de la sal,
sin olas
ni brisas
ni pájaros…


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